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Todo modelo tiene una historia. En el caso del Toyota Yaris Electric Hybrid, su llegada al mercado no se entiende si no echamos la vista atrás. Al hacerlo, descubriremos una herencia fascinante, la de un padre al que debe gran parte de su identidad: el Toyota Starlet.
Sin el Starlet es imposible entender el nacimiento y la posición en el segmento B del Toyota Yaris. Se puede decir que este modelo es el padre biológico del Yaris, y eso que casi no coincidieron en el tiempo.
Y es que el Yaris vino a sustituir y poner punto final al camino que su progenitor habÃa emprendido desde la década de los 70. El traspaso de poderes se produjo en 1999. En julio de ese año se clausuró la producción del Starlet. Meses antes, el Toyota Yaris se habÃa estrenado en Japón y Asia como Toyota Vitz, para después recalar en Europa y, a finales de año, en Australia bajo el nombre de Toyota Echo. A América del Norte no llegó hasta 2003.
El Yaris modernizaba la imagen del Starlet, estrenando plataforma y componentes, lo que le procuró un año después el galardón de Mejor Coche del Año. Sin embargo, vamos a comprobar cómo el Yaris comparte esencia y espÃritu con el Starlet.
El Yaris ha tenido numerosas denominaciones según el mercado y sus versiones. De hecho, dos años antes de su estreno comercial, el concepto que se presentó en el Salón de Frankfurt de 1997 llevaba por nombre un atrevido Toyota FunTime.
Finalmente, a Europa llegó bajo la producción y denominación de la diosa Charis, de la gracia y la elegancia. Puede que Toyota eligiera un origen divino y celeste para dar continuidad a lo que pretendÃa comunicar en los años 70 con 'Starlet', que en japonés significa "joven estrella" (y se pronuncia de una modo muy diferente al que lo hacemos nosotros).
Joven y pequeño. Son los adjetivos que definÃan al subcompacto Starlet que Toyota estrenó en Japón en 1973. El mismo modelo sirvió para sustituir al Toyota Publica (el abuelo del Yaris), haciéndolo crecer como una propuesta con elementos comunes y a medio camino entre el Publica y el Corolla. Sus cinco generaciones se mantuvieron en el mercado durante 26 años, de 1973 a 1999.
Los orÃgenes del Toyota Starlet hay que buscarlos, precisamente, en el propio Toyota Publica. Su posición como subcompacto tiene un curioso e institucional nacimiento, con vocación de coche para el pueblo.
Esta fórmula, que era bien conocida y habÃa sido explotada en otras latitudes, tuvo su impulso institucional en un Japón que a finales de los años 50 reflotaba su economÃa tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno japonés lanzó por entonces su particular "national car concept". Este plan, dirigido por las propias autoridades niponas, establecÃa unos requisitos muy concretos para nuevos modelos, tales como:
Aunque restaban cuatro décadas para el advenimiento de las mecánicas hÃbridas, vemos cómo la industria japonesa y Toyota abrazaba ya una filosofÃa de eficiencia y fiabilidad que tiene su equivalente en nuestros dÃas. Por supuesto, las circunstancias eran bien diferentes.
Está fue la dinámica que impulsó al Publica y al Starlet, como modelos urbanos, prácticos y ligeros, elucubrados como una solución de movilidad para los jóvenes o las familias primerizas en Japón en un Tokio que lideraba una revolución económica que se conoció como el milagro japonés.
Toyota aprovechó los nuevos aires de cambio. La primera generación del Toyota Starlet (P30 y P40) funcionó en Japón, lo que animó al fabricante a iniciar la aventura con el modelo más allá de las islas. De hecho, hubo incursiones de las primeras series del Starlet fuera de Japón gracias al mercado gris. Es decir, como una comercialización legal, pero fuera de los canales oficiales.
Esto auguraba para el Toyota Starlet un buen futuro internacional, como terminó por confirmarse. El fabricante sacó la segunda generación fuera de las islas en 1978. El modelo no tardó en cuajar y, terminada la década de los 70, las ventas conquistaban el mercado.
El Toyota Starlet no fue una especie rara fuera de la biodiversidad de su época. Se integró dentro del reinado que los subcompactos acababan de inaugurar en los grandes mercados. Las carrocerÃas menguaban para solventar algunos desafÃos, tanto inherentes a la industria, como externos. Nos suena de algo, ¿verdad?
Pero, ¿qué tenÃa de particular el subcompacto de Toyota para funcionar del modo en que lo hizo?
El primero de los alientes de la segunda generación P60, que presentaba tres tipos de bloques, fue que traÃa un soplo de aire fresco y de modernidad. Sus dimensiones apenas los diferenciaban de los competidores (la versión de base ostentaban 3750 mm de longitud). Lo que si lo hacÃa eran sus propulsores 1.0 a 1.3, de tracción trasera, que entregaban entre 45 CV y 65 CV.
Aparte de esto, esa segunda generación optó por la diversificarse, con una versión de 5 puertas familiar. Toyota se adelantaba asà a otra compañÃas que tardaron más de una década en emular esta estrategia en el segmento B.
Como añadido técnico, el Starlet innovaba al introducir la suspensión con resortes helicoidales en las 4 ruedas, aparte del engranaje piñón-cremallera que gobernaba su dirección.
Esta segunda generación supuso el adiós de la nomenclatura Publica que el Starlet compartió hasta 1978, fusionando todas sus prestaciones. Eso sÃ, el modelo conservó el código 'P' del chasis. Por tanto, sentó un precedente en la posterior emancipación del Toyota Supra en 1986 de la estirpe Celica Supra.
El Toyota Starlet se confirmaba en el mercado con la serie 70. La tercera generación inició su andadura en Japón en 1984, para ir recalando en el resto de mercados en años posteriores.
Toyota actualizó el modelo, dándole un empuje definitivo. Modernizó el chasis, cambió a la tracción delantera por primera vez para ellos en este segmento e introdujo la tecnologÃa multiválvulas en sus dos motorizaciones de cuatro cilindros que aportaban 54 CV y 74 CV. En 1987, también llegó el primer bloque diésel del apellido Starlet que entregaba 54 CV.
Esta generación hizo crecer el habitáculo, ganando 55 mm extra de ancho en total, mientras que en longitud y masa decrecÃa en 45 mm y 40 kilogramos.
Toyota conseguÃa aunar en el Starlet una mejora de la eficiencia, con consumos que variaban entre los 5 l/100 km y los 7 l/100 km; un comportamiento firme, gentil al tacto y hasta juguetón, si le llevábamos a ese extremo; y sobre todo, una fiabilidad sin parangón.
Según fueron pasando los años, esa fue una de las señas de identidad del Toyota Starlet. Su fama se extendió al resto de la gama y, por lo que parece, ha llegado hasta nuestros dÃas.
En el año previo a su extinción, 1998, se habÃan matriculado en el mundo 1.850.088 unidades del Toyota Starlet. De estas, casi 800.000 correspondÃan a esa tercera generación.
Las dos últimas series del Starlet mantuvieron la misma inercia, pero con cambios no tan significativos. Quizá uno de los más destacados fue la evolución en el uso del acero en la protección en el interior del habitáculo, lo que brindaba mejores notas en los crashtests.
La cuarta y la quinta generación también depararon en algunos mercados versiones deportivas bajo las diferentes denominaciones de Toyota Starlet GT, Toyota Sera (en Japón), o Toyota Glanza. Joyas que hoy todavÃa merecen una restauración tan épica como esta:
La diversidad de la familia Startlet también trajo consigo algunos modelos muy curiosos. AsÃ, el Toyota Starlet Remix, que tuvo cierto éxito en Reino Unido, variaba su diseño hacia lo SUV, elevando suspensiones e invitando a los compradores a probar fuera del asfalto la fiabilidad de sus llantas de 15''.
En la serie 90 ya se podÃa anticipar el traspaso de poderes entre padre e hijo, es decir, entre Starlet y Yaris. Los último Starlet suavizaron sus contornos, dando esa forma redondeada con la que el prototipo FunTime irrumpió en el Salón de Frankfurt en 1997.
Con el inicio del milenio y, si apuramos, hasta la fecha, la fiabilidad y la suavidad que se presume al Toyota Yaris tiene un alto contenido de herencia genética. Sin duda, despierta la memoria de los más nostálgicos.
Imágenes | Wikimedia.commons/83kp61, Toyota
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